Pero si se trata de buscar un nombre propio, inevitablemente tenemos que hablar de la niña protagonista, la extraordinaria Catinca Untaru, un prodigio de sensibilidad, dulzura e interpretación a años luz de las mini Barbies a las que nos acostumbra Hollywood. Porque en cierta manera, uno tiene la sensación de que ella es la verdadera fuerza de la que emana toda el ímpetu de una película, eso sí, no apta para todos los paladares: sólo para aquellos que acepten un juego en el que se ha de caminar con un pie en la realidad y otro en la fantasía, alejado de los caminos más trillados y fáciles del Disney peor entendido. Cántico a la fuerza del relato, proclama libertaria que nos invita a derribar los muros del adocenamiento, obra excesiva que también es, a la vez, una preciosa miniatura, “The fall: El sueño de Alexandria” está llamada a ser una joya del celuloide, una obra única que se convertirá en secreto compartido de cinéfilos en vía de iniciación al milagro del cine. Corran a verla mientras aún esté en cartel, antes de que tengan que confabularse de alguna manera para lograr disfrutar de esta maravilla
Miguel A. Delgado .
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